En nuestro caminar como cristianos llegamos a un punto cuando empezamos a hacer preguntas sobre la música que escuchamos y creamos. Pueden surgir preguntas como: ¿Qué tipo de música escuchar? ¿Cuál edifica y cuál no? ¿Debería tocar y escuchar música exclusivamente catalogada como cristiana?
El problema, en mi experiencia, es que elevamos la música a un estándar religioso al que no exponemos la mayoría de expresiones artísticas. ¿A qué me refiero con esto? Que no veo tantos cristianos religiosos criticando entre sí a aquellos que ven películas seculares. No veo tantas personas satanizando su serie favorita de Netflix por no ser cristiana. Sin embargo, veo muchísimo a personas religiosas catalogando toda la música que no es cristiana como “diabólica”, “mala” o “inapropiada”. Ni hablar de lo que muchas de estas personas religiosas dicen de un músico cristiano que decide tocar en un ámbito secular, como una boda o una fiesta familiar. Automáticamente se le llama “hipócrita” o “pecador” por ejecutar su instrumento en una canción que no sea de adoración.
John Mark Comer plasma esto como un problema con la palabra “cristiano” en su libro *Garden City: Work, Rest and the Art of Being Human”.* John Mark Comer dice que cristiano es un gran sustantivo, pero muchas veces un pésimo adjetivo.
Supongamos que hay tal cosa como música “cristiana” y los artistas cristianos y nosotros como cristianos solo debemos escuchar música “cristiana”. Entonces, ¿solo debemos ver películas cristianas? Un dueño de un restaurante, ¿deberá abrir un restaurante “cristiano” donde cada ítem del menú es una referencia bíblica y solo le vende a creyentes? Obvio no. ¡Esto suena ridículo! Y por alguna razón no suena tan ridículo en la música, ¿cierto? De una vez asumimos que si una canción tiene la palabra “Jesús” ya es buena, y que si no la tiene, es del mundo y no edifica ¿Qué tal si en lugar de utilizar “cristiano” como adjetivo, lo usamos como sustantivo?
Queé tal si el vendedor de la tienda de hamburguesas hace ítems del menú como quiera y le vende a cualquier persona, sin importar su religión o afinidad ideológica, pero él como persona, en su carácter, excelencia de trabajo y estilo de vida sí se hace llamar cristiano.
Entonces, ¿puede un artista cristiano escribir letras de amor? ¿letras de desamor? ¿de desánimo? ¿letras de dolor? ¿letras de sufrimiento humano, aun sin referencias bíblicas directas, y aún así ser ¿cristiano?
¿Puede un escultor cristiano crear obras para museos como parte de su trabajo, sin tener que ser cada obra un Jesús o una figura bíblica?
¿Puede un escritor cristiano redactar una novela romántica que gane muchos premios y sea adaptada al cine? ¿Y aún sin tener un mensaje explícito a Cristo poder llamarse cristiano?
Y, aun más importante, nosotros como cristianos, ¿podemos escuchar música que no haga referencia a la Biblia, a Dios o a nuestro núcleo de ideas?
La respuesta a todas las preguntas es sí.
No hay tal cosa como música “cristiana”, hay músicos cristianos y músicos no cristianos (sustantivo), que escriben letras que exaltan a Dios (adoración o worship), exaltan al humano, o exaltan cualquier otra faceta de la vida. Lo que nos toca es discernir cuál queremos digerir, cuál nos edifica y cuál sabemos que va a favor o en contra de nuestras creencias.
Dios es musical en Su propia naturaleza y esencia. Fuimos creados a Su imagen, y por eso Él nos ha dotado del poder de crear, hacer y construir cosas en esta vida. Sin embargo, Él no solo nos creó para crear, sino también para ser creativos, artísticos, musicales y buscadores de la belleza.
El Dios Todopoderoso es el Músico de los músicos y el Autor de la Canción de todas las canciones. Tú y yo fuimos hechos a imagen de nuestro Dios, el Creador Creativo.
Por lo que pensar que existe tal cosa como una nota “diabólica” o un ritmo “satánico” sería quitarle a Dios la potestad inherente que tiene sobre todo lo creado en un ámbito natural. La música y todo lo que existe en este campo sonoro le pertenece. Nuevamente, nuestro rol como cristiano es entender que hay música con letras específicas para exaltarlo y otra que hace lo contrario. Debemos aprender a consumir música de manera sabia y guiada por la Biblia y sus valores.